Fuente del Tempus fugit
A finales del XVIII, el obispo Molina Lario sufragó la construcción del conocido acueducto de San Telmo para solucionar el abastecimiento de agua de la ciudad. La captación estaba emplazada -sigue existiendo, pero abandonada- en el río Guadalmedina, a unos 11 kms. de Málaga. Tras permitir el funcionamiento de varios molinos harineros, llegaba al casco urbano por la zona del Cementerio de San Miguel, en la zona de Fuente Olletas, y llegaba a la alcubilla existente en la esquina de las calles Postigos y Carrera de Capuchinos. Desde allí, diversas ramificaciones distribuían el agua por varias de las fuentes ubicadas en los barrios. Una de ellas es la de la calle de los Cristo, muy bonita y recientemente restaurada.
Junto al cementerio, en la plaza del Patrocinio, en 1849 se instaló esta bella fuente del Tempus Fugit, alimentada con las aguas del acueducto, así como la de Fuente Olletas que también recibió más tarde el agua de los manantiales de Torremolinos.
La fuente forma eje con la portada del cementerio y cuya forma y contenido simbólico están directamente relacionados con su emplazamiento. En el vástago aparece grabado el año de su realización, 1849. Está compuesta por un pilón octogonal, dispuesto sobre un amplio escalón, todo ello de piedra blanca. En su centro se eleva un pilar cuadrado, en el que está la inscripción con la fecha y dos rosetones para los caños de agua. La fuente queda rematada por un obelisco (símbolo de la inmortalidad) de ágata de tonos ocres, sienas y marrones y, en la cúspide, coronando el conjunto, un reloj de arena con alas, de hierro fundido, que representa la fugacidad de la vida: "Tempus fugit" ("el tiempo vuela"). La expresión parece derivar de un verso de las Geórgicas del poeta latino Virgilio.
Estos elementos, obelisco y reloj, otorgan a la fuente su simbología funeraria y la relacionan con muchos de los panteones que existen en el interior del cementerio y forma un eje con la portada y la capilla del cementerio.
Triunfo de la Inmaculada
El Triunfo de la Inmaculada existente en Málaga desde el siglo XVIII. Se traslada en 1835 al paseo central de este recinto, en el cruce o glorieta que forman las calles de la Concepción con la del Cristo se alzaba una columna sobre una fuente octogonal y en la parte superior de ésta una imagen de la Purísima tallada en mármol blanco por el escultor Pedro de Mena.
Al parecer permaneció en el cementerio hasta 1916. La imagen puede contemplarse en el Museo del Patrimonio municipal de Málaga.
La fuente del cementerio
Esta fuente inspiró un soneto a Serafín Estébanez Calderón, “El Solitario” que no fue publicado en su día y que Guillén Robles reproduce en su “Historia de Málaga y su provincia”.
La fuente ha sido restaurada en 2013 por el Ayuntamiento de Málaga recuperándose los cuatro pasillos empedrados que la rodean recuperando la imagen que debía tener en el siglo XIX. Allí vienen a beber tórtolas y palomas que anidan en los cipreses circundantes. Esta fuente también da agua a las personas que la precisan para el cuidado de sus panteones y nichos.
SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN "El Solitario" nació en Málaga, 27 de diciembre de 1799 .Poeta, escritor, costumbrista, flamencólogo, crítico taurino y político español. Hijo de Francisco Estébanez y de María Calderón. En Málaga pasó su niñez y juventud. Marchó a Granada para estudiar Leyes y Humanidades. Con veinte años, en 1819, logró la cátedra de Griego de la misma. El 15 de octubre de 1822 se incorporó como abogado al colegio de Málaga y poco después gana por oposición la cátedra de Retórica del Seminario de la misma ciudad. Identificado con el liberalismo, tuvo que refugiarse en Gibraltar en 1824 cuando invadieron el país los Cien Mil Hijos de San Luis; volvió en 1825 a España matriculándose como abogado en Granada y abriendo bufete en Málaga. En 1830 marchó a Madrid y el 23 de enero de 1839 casó con la malagueña Matilde Livermoore y Salas. Fue nombrado Consejero Real en noviembre de 1856 y Consejero de Estado tres años más tarde. Murió el 15 de febrero de 1867.Como escritor es el máximo representante del costumbrismo andaluz. Como periodista le atrajo también la crítica taurina, que ejerció sobre todo en El Correo Nacional y en El Espectador. Pero es Estébanez, ante todo, un escritor romántico.
La fuente del Cementerio
Cuando infante dormí cabe esta fuente,
Niño después, partiendo sus cristales,
Islas forjé y Alhambras orientales,
Y fui Rey Chico entre menina gente.
Aquí también, del amor probé demente
Los gustos y zozobras celestiales,
Y más tarde, entre horrores infernales.
Del oro y la ambición la sed ardiente.
Vuelvo al cabo ya anciano y peregrino,
Hallé el sitio, el raudal, la gruta umbrosa,
La tosca piedra asiendo en mi camino,
Todo cual en mi infancia igual reposa,
Solo yo falto: fúnebre vecino
Con la lámpara y cruz cubre mi fosa
El Solitario