Addthis Minisite

Grund y Cerero del Campo, Trinidad (1821 -1896)

Dedicada a los desprotegidos

Trinidad Grund y Cerero del Campo

En los últimos días del verano de 1896 miles de malagueños se concentraron para acompañar a su lugar de descanso eterno a “Dª Trinidad”, como se la conocía popularmente en Málaga. Fue el entierro más multitudinario que se recuerda en la historia del Cementerio de San Miguel y es que Trinidad Grund dedicó más de la mitad de su vida y toda su fortuna a hacer el bien a los demás y a prestar su ayuda a los más necesitados, después de haber sufrido en su juventud un cúmulo inimaginable de desgracias.

Trinidad Grund y Cerero del Campo había nacido el 28 de Febrero de 1821 en Sevilla, donde su padre Federico Grund, originario de Hamburgo, era Cónsul de Reino de Prusia. Su esposa Trinidad dio a luz a tres hijos: Trinidad, Julia y Constancio. Como el Cónsul tuvo importantes divergencias con el Gobierno de su país tuvo que trasladarse a Málaga en 1832. Aquí conoció a Manuel Agustín Heredia con quién emprendió varios negocios. Hicieron tan buena amistad que sus dos hijas, Trinidad y Julia, contrajeron matrimonio con dos de los hijos de Heredia, Manuel Heredia Livermore, su primogénito varón, y Tomás, su segundo hijo.

De este matrimonio sólo pudo disfrutar durante cuatro años ya que a partir de ese momento su vida da un giro radical y se encadenan una serie de infortunios que la marcaron hasta el final de sus días. Todo comenzó cuando su marido Manuel, que siempre había sufrido trastornos depresivos, se suicidó el 30 de Enero de 1852, a los 34 años, durante una cacería en Motril. Trinidad no había cumplido aún los 31 años y quedaba viuda, con dos hijos de 3 y 2 años y embarazada del tercero. A los cuatro meses perdió a su hijo mayor, Manolito, a causa de las complicaciones surgidas durante una intervención quirúrgica.

Sumida en una depresión su familia le aconseja que se traslade a Sevilla para pasar allí unos días y disfrutar de la Feria. El 29 de Marzo de 1856 se embarca junto con familiares y amigos en el vapor Miño con rumbo a Cádiz, pero la fragata mercante inglesa Minden embiste el barco y naufragan en el Estrecho, muriendo ahogadas sus dos hijas Isabel y Manolita de 6 y 3 años, dos cuñados y una doncella. La fatalidad quiso que, aunque le había dado tiempo de abrazar contra su pecho a sus dos niñas, un remolino provocado por el barco al hundirse se las arrebatara. Trinidad Grund sobrevivió al accidente al engancharse su vestido en un banco de madera del barco que la mantuvo a flote hasta su rescate.

Desde ese horrible momento, con 35 años recién cumplidos, volcó toda su vida y su fortuna en realizar obras de caridad. Siguiendo las disposiciones testamentarias de su difunto esposo, quien había expresado su deseo de que se creara una escuela para la formación de los obreros, sus viudas y sus hijos, Dª Trinidad funda en 1859 el asilo de San Manuel en unos terrenos de su propiedad en el barrio obrero de El Bulto y pone a cargo de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl la actividad docente. Participó también, junto con otros miembros de la burguesía malagueña, en la creación del colegio San Juan de Dios “Goleta” en el año 1861 y en la construcción del Asilo de los Ángeles. También corrió a su cargo la construcción de la capilla del Hospital Civil. Así mismo, su labor fue fundamental para socorrer a los malagueños víctimas de varias epidemias que asolaron la ciudad, como el cólera y el tifus.

Por todas estas obras de caridad la reina Isabel II le concedió la Banda de Damas Nobles de la Orden de María Luisa. Pero cuando Dª Trinidad, que era una ferviente católica, se enteró que la reina había reconocido el nuevo Reino de Italia, creado a costa de los Estados Pontificios, le devolvió la Banda, lo que le costó el exilio en Roma hasta que cayó el gobierno de Isabel II y pudo regresar a Málaga. También fue muy comentada en la ciudad su actuación en los primeros días de la I República, cuando tuvo noticias de que la Junta Revolucionaria tenía pensado derribar los conventos malagueños. En ese momento se presentó en el Palacio del Obispo, donde se había alojado la Junta, y exigió que se respetaran a las religiosas y sus propiedades, a lo que accedieron los revolucionarios, por lo que se pudieron salvar muchos conventos de la capital.

Murió el 31 de Agosto de 1896 a los 75 años después de una larga, complicada y desgraciada vida, aunque mitigada en parte por la satisfacción que le producía la dedicación a los más débiles y desprotegidos. Antes de su fallecimiento había cedido parte del terreno de panteón familiar a las Hijas de la Caridad por lo que le ofrecieron enterrarla en la girola de la Catedral, pero ella se negó a pesar de su profunda religiosidad, ya que prefería que la enterraran junto a su esposo Manuel en el panteón a los Heredia. Y, como última curiosidad, fue enterrada con el mismo vestido que llevaba el día del naufragio ocurrido 40 años antes y que había estado guardando para que fuera su mortaja. - L.C.B. 2014 -